No tengo remedio, son las cuatro y media de la madrugada, y dentro de unas horas ya comienza el día útil. No sé si cerrar este capítulo de noviembre con esta entrada, o si escribiré algunos días más, como quien le saca el jugo a los últimos días de noviembre.
La primera intención, es dejar de escribir sobre ella, por lo menos para que no se vuelva una adicción aditiva, no quiero someterme a la rutina noctámbula del inventario de pesares, no quiero que esta costumbre, se transforme en un carácter.
Creo que hasta aquí y ya estuvo bueno. He vuelto a saber de tí, y aún nada sé. Hemos hablado, pero no nos dijimos nada. Bueno, yo tengo mucho qué decirte, pero ya que la conversación no tuvo ese sendero, es mejor dejarlo como estaba. Después de todo ya se acaba mi noviembre, te sigo pensando, mis horas me son ajenas, han pasado veinticuatro días de mea culpa, y nada parece solucionarlo, y no quiero escribir lacrimosamente, no quiero versos compungidos y ensimismados, no quiero decir "te perdí" con metáforas estetas, porque como dije en las anteriores, aquí solo hay sinceridad, aquí en este espacio tiempo binario, aquí, en esta desnudez prosaica, aquí, no hay poesía.