miércoles, 25 de noviembre de 2009

Noviembre sin poesía

No tengo remedio, son las cuatro y media de la madrugada, y dentro de unas horas ya comienza el día útil. No sé si cerrar este capítulo de noviembre con esta entrada, o si escribiré algunos días más, como quien le saca el jugo a los últimos días de noviembre.
La primera intención, es dejar de escribir sobre ella, por lo menos para que no se vuelva una adicción aditiva, no quiero someterme a la rutina noctámbula del inventario de pesares, no quiero que esta costumbre, se transforme en un carácter.
Creo que hasta aquí y ya estuvo bueno. He vuelto a saber de tí, y aún nada sé. Hemos hablado, pero no nos dijimos nada. Bueno, yo tengo mucho qué decirte, pero ya que la conversación no tuvo ese sendero, es mejor dejarlo como estaba. Después de todo ya se acaba mi noviembre, te sigo pensando, mis horas me son ajenas, han pasado veinticuatro días de mea culpa, y nada parece solucionarlo, y no quiero escribir lacrimosamente, no quiero versos compungidos y ensimismados, no quiero decir "te perdí" con metáforas estetas, porque como dije en las anteriores, aquí solo hay sinceridad, aquí en este espacio tiempo binario, aquí, en esta desnudez prosaica, aquí, no hay poesía.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Mis horas

Han pasado días, muchos días que no sé de ti. No hemos cruzado palabra alguna, siquiera un mensaje de texto.
Lo peor de todo, es que ahora escribo por las horas de las tardes, y tal vez, porque así lo presiento, también escribiré en las horas de la madrugada. Ésto es algo que me preocupa, me preocupa con tristeza; mustio me entrego a la preocupación, porque temo, preocuparme por ti a toda hora.
Pensé que me preocupaba ti sólo de madrugada, pensé que la costumbre de pensarte se había confinado a la soledad de las altas horas de la madrugada, cuanto todos se encargan de reparar el sueño y yo me encargaba de descomponer mi templanza.
Pero no, resulta que ahora escribo pensando en ti a toda hora, y lo que es peor, ya no tengo horas exclusivas para mí, ahora te encallas en todo el litoral de mis recuerdos, y tal parece que mis horas, ahora son tuyas.
Ojalá, mis horas vuelvan, porque tus horas, son horas ajenas al tiempo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Otro desvelo

Y otro desvelo más, mis piernas trémulas de cansancio, no soportan el peso dormitado de mi culpa. Otra vez las altas horas de la noche, las pequeñas horas de un día que se avisora solitario...
A veces pienso, mientras calculo las pocas horas que dormiré hoy día, que la noche es un calmo infortunio, una ocasión para pensarte; pero lo mismo, en el trabajo, mientras calculo los gastos venideros, pienso en la ocasión para pensarnos.
Es por eso que casi escribo a diario, no por una verborrea continua que busca sosiego en este lenguaje escrito al que estoy tan acostumbrado; no, no lo hago por confinarme a un inventario de martirologios. Éstos probablemente sean mis más sinceros escritos, sin figuras literarias, sin rimas o ritmos. No. Éstas líneas casi son una eyaculación luego de la erección de tu recuerdo.
Aquí no hay gramática emperifollada, no hay acepciones líricas, ni conjunciones ornamentales; aquí hay sinceridad y desasosiego. Hay sinceridad y desnudez, hay un enojo fundamentado, porque mujer, aunque siquiera imagines lo que escribo, sabes bien lo que te pienso.
Ojalá me pienses en tus recuerdos, ojalá no sólo fuera un deseo; porque aunque sé que un tiempo atrás te di -a tus deseos amatorios- una negativa engañosa, hoy eres tu mi negativa. Pienso en lo irónico de todo ésto. Un amigo dice que a una mujer nunca se desprecia, que es una falta de respeto y no sé qué otros argumentos. No lo creo tan así, una negativa a un amor inoportuno, no es más que una expresión de buenos deseos, quizá luego uno lo lamente, pero eso abarca las cosas que escapan de nuestro control.
Ya avanzaron las horas del sueño, y ahora ya es hora del desvelo, ese descanso pretérito que parece nunca llegar. Es tan tarde para el sueño, es tan tarde para mí que ya sólo me queda pensarte, pero quizás, en mis pensamientos, esta noche... pueda soñarte.

Mea culpa

Hoy, hoy que ya casi nada queda en la memoria, hoy que la vida juega a salto de mata amores que jamás claudican. Hoy, hoy me siento solo. Solo con mi soledad y con la tuya, porque a pesar de verte andar de la mano de un ruiseñor mudo, estás sola; sola con mi soledad y con la tuya. Sola porque hoy, mi soledad te acompaña, sola porque extrañas mi ausencia, sola porque estás sola en su compañía.
Hoy, hoy ha sido la de nunca acabar, el negocio que no marcha sino deambula. La de nunca acabar, la del siempre comenzar, la del a veces, y de adioses. Hoy, hoy la vida transcurre y no discurre, porque te extraño y no te pienso, porque pienso, a veces, que me extrañas.
Hoy a pasado el día, las altas horas de la madrugada me están entregando al sueño, pero mi insomnio me arremete con tu recuerdo. Y siento culpa... culpa porque hoy estoy solo, culpa porque esta soledad es la culpable de que hoy te encuentres sola.
Hoy estoy triste, estoy triste y te quiero, te quiero con esa tristeza solitaria.
Hoy no hay perdón que valga, no hay disculpa oportuna, porque es mi soledad inoportuna. Y aunque ésto no es más que un juego de palabras, la verdad es que hoy, estoy solo... por mi culpa.