El encuentro no fue del todo agradable, aunque no puedo negar que siempre es agradable toparme con tu mirada, la migraña acudió a mí aquella tarde para arruinarme toda ensoñación contenida.
Bebimos chocolate, como para estar acorde con las festividades de fin de año, el pye de plátano estuvo delicioso, un manjar de los dioses como acoté oportunamente. El lugar, Café Beirut, si mal no recuerdo, era agradable, aunque el reducido espacio me hizo entrar en un ataque de claustrofobia, y si a eso le sumo la migraña, y el corazón acelerado por tu presencia, estuve al borde de entrar en asfixia.
Luego el billar, donde me sentí más cómodo, y claro, quería apreciar tu físico mejor, deleitarme con tu figura, por eso escogí jugar billar, y la verdad que fue agradable el espectáculo. Me dejé ganar a suerte de forzar una futura revancha, una estratagema que aprendí de mis amigos.
Pero la verdad que ya no sé cuán saludable sea volver a verte, no sé si al volver a verte, me relaje como aquella vez, porque aunque la migraña echó por tierra mis pretensiones, saber que sigues con aquél chico que me presentaste una noche, me ha venido como un baldazo de agua fría, como una migraña al corazón que me fuerza a alejarme de tu antijaquecosa presencia.
Nota mental: Tampoco sé cuán saludable sea seguir escribiendo sobre ti niña, esto ya no me está gustando
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